En los últimos meses, los transportistas hemos sido testigos de un debate que amenaza con impactar directamente en nuestro y en la viabilidad de nuestras empresas: la propuesta del Gobierno de equiparar el impuesto al diésel con el de la gasolina, incrementando su coste en torno a 10 céntimos por litro, lo que representa un aumento del 25% en la fiscalidad vigente. Aunque esta medida no prosperó inicialmente por falta de apoyo parlamentario, se rumorea que podría ser aprobada mediante Decreto-ley en cualquier momento.
Podría ser el primer golpe al transporte del 2025
No está de más decir, que el transporte por carretera es una
columna vertebral de nuestra economía. Cada camión en la carretera no solo
lleva mercancías, sino también el esfuerzo, la dedicación y los sueños de miles
de transportistas autónomos y pequeñas empresas que sostienen el sector. Según
FENADISMER, de aprobarse esta subida fiscal, los titulares de vehículos de
menos de 7.5 toneladas —que representan un tercio de la flota actual— verían un
aumento de hasta 1.000 euros anuales por camión en sus impuestos.
Este golpe sería particularmente duro para los pequeños
transportistas autónomos, que constituyen casi el 80% de estas 56.000 empresas.
En un contexto económico ya complicado por la inflación, el alza de los
combustibles y la creciente competencia, una medida como esta podría ser la
gota que colme el vaso para muchos.
Una medida desproporcionada
Si bien el Gobierno argumenta que esta medida es necesaria
para cumplir compromisos de financiación adquiridos con la Unión Europea,
resulta evidente que el impacto recaerá desproporcionadamente sobre los hombros
de los transportistas. El sector ya está sometido a una alta carga fiscal y
operativa, y este incremento podría desestabilizar a miles de pequeñas empresas
que no cuentan con los recursos para absorber este coste adicional.
A esto se suma la injusticia de excluir a los vehículos
ligeros del mecanismo de devolución de impuestos conocido como “gasóleo
profesional”, que sí beneficia a camiones pesados, autobuses y taxis. Esta
discriminación no solo es injusta, sino también contraproducente para un sector
tocado.
Una solución razonable
FENADISMER ha propuesto una solución razonable: establecer
un mecanismo fiscal similar al gasóleo profesional para los transportistas de
vehículos ligeros. Esta medida permitiría amortiguar el impacto de la subida
fiscal y garantizaría la viabilidad de miles de pequeñas empresas.
Ya existen precedentes para implementar un sistema de
devolución. Durante la crisis de los combustibles provocada por la guerra en
Ucrania, el Ministerio de Hacienda aprobó ayudas para compensar a los
transportistas excluidos del gasóleo profesional. Este enfoque podría
replicarse para mitigar los efectos de la nueva medida fiscal.
Beneficios de una política equilibrada
Adoptar una política más equilibrada no solo beneficiaría a
los transportistas, sino también a la economía en general. Los pequeños
transportistas son un eslabón clave en la cadena de suministro, y cualquier
medida que ponga en riesgo su supervivencia tendrá repercusiones en toda la
economía.
Un mecanismo de devolución fiscal no solo aliviaría la carga
de los transportistas, sino que también enviaría un mensaje claro de que el
Gobierno reconoce y valora la importancia de este sector. Además, garantizaría
que los compromisos con la Unión Europea se cumplan sin sacrificar la
estabilidad de miles de familias que dependen del transporte por carretera.
Una invitación a la reflexión
Es importante que como transportistas reflexionemos sobre la
importancia de unirnos y hacer escuchar nuestra voz. Las decisiones que se
tomen hoy podrían tener un gran impacto en el futuro y en el de muchas familias.
No podemos permitir que medidas desproporcionadas pongan en riesgo la
viabilidad de nuestro trabajo.
En este sentido, el llamamiento de FENADISMER a la ministra
de Hacienda es una iniciativa que merece nuestro respaldo. Es momento de exigir
soluciones justas y razonables que permitan al sector seguir avanzando sin
cargas innecesarias.
El transporte por carretera es mucho más que un medio para
mover mercancías; es el motor que mantiene viva nuestra economía. Medidas como
la subida del impuesto al diésel pueden parecer inevitables desde una
perspectiva fiscal, pero su impacto real sobre los transportistas es
devastador.
Por eso, es crucial que se adopten soluciones que equilibren
la necesidad de recaudar fondos con la protección de un sector esencial.
Establecer un mecanismo de devolución para los vehículos ligeros es un paso en
la dirección correcta y una forma de garantizar que los transportistas puedan
seguir haciendo lo que mejor saben hacer: mantener nuestro país en movimiento.
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